El día anterior fue de un merecidisimo descanso. Dormimos hasta tarde y recorrimos Vila amengual. Por la tarde, Andrés, el dueño del refugio, nos dice que irá al lago las torres, por si queremos ir con él, así que obviamente aceptamos. A los minutos, se estaciona fuera un camión de bomberos, y era Andrés! Resulta que él es bombero y se encarga de manejar el camión y justo ese día tenía que cambiar el agua almacenada, así que casco en mano y sintiéndome bombero por un día, subí de copiloto junto con la Naty. Para que decir que me sentí como un niño, como todos esos sueños locos de decir: «cuando grande quiero ser bombero», y aunque ahora era solo acompañarlo durante un rato, fue una linda experiencia.
Al llegar, Andrés cargó de agua el camión, mientras yo disfrute del lago Las Torres. Sin duda es un placer tan simple y natural, lanzarse al agua y nadar con montañas y nevados de fondo, simplemente un sueño!
Luego de eso, directo a la compañía de bomberos. Tocaba despedirse de esa burbujita que permitió cumplir uno de los microsueños.
Ya habiendo descansado, comido rico y dormir en un colchón, estábamos listos al día siguiente para continuar el pedaleo. La tarea era sencilla, llegar a Villa mañihuales, ubicada a tan solo 60km de distancia. Sin embargo, íbamos tranquilos, pues ya nos habían dicho que en la ruta no hay muchas cuestas.
Luego de 8km, aprovechamos de pasar unos minutos a contemplar la inmensidad del lago y las montañas que lo rodean. Nos mojamos los pies, y comenzamos nuevamente con los 52km que faltaban.
A lo largo del camino, nos tocaron buenas condiciones, un sol reluciente que a ratos nos quemaba. Pero no podíamos quejarnos, la lluvia nos abandono hace varios días, así que hay que aprovechar.
A lo largo del camino, atravesamos el lago Pedro Aguirre cerda, que como telón de fondo, tiene un conjunto montañoso que daba la impresión de ser una gran pared de roca. En ese tramo, pudimos ver restos de roca al costado del camino, por suerte, nunca hemos presenciado desprendimientos.
Los últimos kilómetros fueron duros. A pesar de ser un trayecto poco exigente, cada cierto tiempo tenía subidas. Por lo que no era tan distinto al resto de lo que veníamos haciendo, sin embargo, el último trayecto era casi plano. El único inconveniente, el viento!
Finalmente, completamos la ruta, llegando con buen tiempo al camping de ese día, llamado «Doña Ruth», quien amorosamente nos acogió durante 2 noches.
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