Recorrer la Carretera Austral, es uno de los sueños que todo viajero tiene. Se encuentra en la “bucket list” de lugares por visitar desde que comenzamos nuestro proceso de “convertirnos en aventureros”, y siempre está el bichito de – ¿y si la recorro en bicicleta? -.

Así fue para mí. Viví 13 años en Punta Arenas, y allí me enamoré de la Patagonia, por eso siempre supe que quería recorrer los 1.247 km más famosos de Chile.

Durante 2019 viví una temporada en Australia, y a todos les contaba las maravillas de Chile y la Patagonia, tanto así que me propuse recorrer la carretera austral la próxima vez que estuviera en el país -sin saber realmente cuándo sería-. Por cosas de la vida, interrumpí mi aventura en Australia y volví rápidamente a Chile, fue en ese momento que tuve muy claro que recorrería la Carretera Austral en Bicicleta.

Apenas iniciado el 2020 partí junto a mi hermano a recorrer la ruta austral. El 03 de enero comenzamos nuestro pedaleo rumbo a Villa O’Higgins, con una idea grabada en nuestras mentes: Lo importante es disfrutar, no se trata de una carrera. Palabras que cada día del viaje, fueron adquiriendo un significado propio.

La travesía por de la Carretera Austral atrae a viajeros de todas partes del globo, por algo es consideradas una de las 10 mejores rutas para cicloturismo del mundo. Actualmente, la ruta se está pavimentando lentamente, es por eso que muchos consideran que es imperioso realizar este viaje pronto, a fin de disfrutar una experiencia natural, única en el mundo.

La bicicleta, el transporte ideal para recorrer la Carretera Austral

15 km/hr es la velocidad perfecta para disfrutar la ruta patagónica. Considero que la bicicleta debiera ser tu primera opción de transporte en este viaje, pues está especialmente diseñada para ello. Y es que el objetivo de visitar la Patagonia es empaparse de la naturaleza más austral del mundo, disfrutar sus ríos de aguas cristalinas, el viento pegando en tu rostro, los trekking más hermosos, visitar glaciares, ventisqueros, montañas increíbles quebradas por hermosas caídas de agua, y todas estas emociones se incrementan en la bicicleta.

La bicicleta y la carretera austral, estan hechas la una para la otra. Este tipo de viaje permite avanzar a un ritmo constante, a 15 km/hr observando y empapándote de la maravilla natural que hay a tu alrededor. Y es que cada paso de la Carretera Austral puede y debe ser disfrutado. La ruta 7, es más que visitar los principales atractivos que la Patagonia ofrece. En bicicleta, puedes detenerte a mitad del camino, tomar un descanso observando el paso del Rio Baker, o superar los 50 Km/hr descendiendo mientras Cerro Castillo te observa de fondo. Puedes parar en mitad de la nada, en un día soleado y decidir saltar a las aguas del Lago Bertrand. O elegir entre descansar bajo la intensa lluvia que golpea la carpa o sentirla en tu rostro, mientras pedaleas entre los bosques milenarios del Parque Pumalín. Sentir el sonido de la naturaleza como ruido de fondo, mientras avanzas, a veces manifestado como esa pequeña llovizna que gotea sobre tu chaqueta mientras subes por la cuesta del Amarillo o en ocasiones, como las aves que endulzan los sonidos mientras descansas en una hamaca junto al rio Simpson. En ocasiones la bicicleta será tu enemiga, te tocará llevarla a ella, mientras subes cuestas como el Queulat. Pero en todos estos casos, estas viviendo la Carretera Austral, y disfrutándola kilómetro a kilómetro.

No necesitas ser ciclista

Nunca he sido ciclista. Vivo fuera de la ciudad, y por tanto no suelo usar la bicicleta como medio de transporte, sin embargo, como buen aventurero, siempre he querido vivir la experiencia de un cicloviaje. Cuatro meses antes de iniciar esta aventura, leí bastantes artículos de viajeros de distintas partes del mundo que habían realizado esta travesía. Vi horas de videos de youtube, sobre personas que decidieron retratar su viaje y compartirla con el mundo a través de esa plataforma, lo cual fue de gran ayuda, ya que te permite tener una idea visual de cómo será el terreno a recorrer.

Lo que todos recomendaban, era realizar un entrenamiento previo, de entre dos a tres meses. Y así hice. Durante dos meses y medios, recorrí distintas rutas, principalmente, para acostumbrarme a pasar horas arriba de la bicicleta. Avanzadas las semanas, sume el equipo, un par de alforjas y mochila para la parrilla trasera, y salí, por primera vez, a pedalear con peso y mi equipo para el viaje.

Considero que es imprescindible pasar por estas etapas, ir de menos a más. Pero siempre recordando que no te preparas para una carrera, al contrario, lo que se busca es únicamente acostumbrar el cuerpo a ese nuevo estilo de viaje.

De todas formas, nada te prepara completamente para lo que será estar recorriendo la Carretera Austral. Lo más importante es tener la convicción y el deseo de estar viviendo esa experiencia, y de ver el pedaleo, no sólo como un medio de transporte de un punto A al punto B, sino una forma de disfrutar cada kilómetro de la Carretera.

A lo largo del viaje, la experiencia se va adquiriendo poco a poco. Se agradece cargar la menor cantidad de peso en las alforjas, aprendes que nadie te obliga a cumplir un horario, ni que tampoco debes pedalear cada instante del viaje, siempre puedes bajar y caminar con la bici a tu lado, sobre todo en las subidas. Porque como señale anteriormente, no se trata de una competencia.

Al segundo día del viaje aprendí – o más sinceramente, me resigné- a que las subidas y bajadas constante, serian un invitado permanente de esta aventura. De allí en adelante, todo fue disfrute. Luego, la ruta se encarga de enseñarte cómo debes recorrerla. Gran parte del tiempo puedes disfrutar al 100% del paisaje mientras pedaleas, pero de vez en cuando, y para poder terminar el viaje de una forma positiva, es imprescindible estar enfocado completamente en tu rol de cicloviajero, ser precavido en los descensos, respetar completamente las medidas de seguridad al pedalear, reconocer los distintos tipos de terreno, tener cuidado al pedalear bajo la lluvia, y siempre, lo más importante, recordar que estas allí disfrutando de la experiencia más maravillosa del mundo: Ser uno con la naturaleza.  

Tras días y semanas de pedaleo, conocí los lugares más icónicos de esta parte de la Patagonia. Contemple la maravilla del Ventisquero Queulat, sentí la majestuosidad de la naturaleza en la cima de Cerro Castillo, disfrute los rápidos del río más torrentoso de Chile, el Río Baker, recorrí en kayak las famosas capillas de mármol, camine sobre campos de hielo norte en el Glaciar Exploradores, subí y baje escaleras en Tortel, y me sentí perdido en la inmensidad de los bosques australes.

Poco a poco, el viaje llegaba a su fin. Por cosas de la vida, alcanzamos nuestra meta el día de cumpleaños de mi hermano, fue una doble celebración. Al momento de alcanzar el letrero que anunciaba nuestra llegada a Villa O´Higgins, era difícil asimilar lo que habíamos logrado, porque siempre nuestra premisa fue: disfrutar del viaje un día a la vez. Y así, paso a paso, lentamente como las cuncunas de la Patagonia, llegamos a nuestra meta. Con felicidad en el corazón, no sólo por estar allí, sino por todo lo vivido. Porque como dicen, lo que importa no es la meta, sino el camino recorrido.

Al final de todo, fueron 40 días, a 15 km/hr.

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2 Comments

  1. Felicidades por tu esfuerzo .. Yo si todo va bien ire en febrero es mi anhelo y sueño desde hace ufffff
    Espero quedar tan enamorada de esos paisajes hermoso como tu quedaste.
    Saludos y gracias por compartir tu experiencia
    Paola

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