Uff… Pensar en escribir este post ya resulta agotador, por el solo recuerdo de lo que implicó.
Comenzamos el día no muy temprano, guardamos el equipo y nos disponemos a salir a eso de las 11.00.
Nos despedimos de la gente de conaf, y nos vamos preparando mentalmente para los casi 68 km que debíamos recorrer.
Los primeros kilómetros resultan agradables, con un paisaje maravilloso. Cabe decir que desde el primer minuto, el camino es de ripio. La ruta tan terrible y de la que nos habían advertido por tanto tiempo, estaba transcurriendo normalmente.
Pasado los primeros 24km comienza «lo bueno». Una pequeña subida que nos da la bienvenida al letrero que da aviso de la Cuesta Queulat.
Mientras avanzo (caminando), un joven nos fotografió, y nos dice que aún estamos recién comenzando. Gracias a su consejo, aprovechamos de conocer una pequeña cascada escondida en el tramo inicial de la cuesta, que al pasar en auto es muy difícil de visitar, ya que se encuentra en una zona de curva.
Saliendo de allí, ya sabemos que se viene la cuesta. A esa hora sólo habíamos comido 1/4 de pan al desayuno, y unas galletas, sin embargo no había hambre aún. Por lo que decidimos seguir, sabiendo que no comeríamos hasta terminar la cuesta.
Lo que se vino, fue una subida interminable. Mis escasas habilidades de escritor me impiden describir el trayecto de la cuesta, al inicio pensé que no era peor que otras que ya habíamos hecho, que el paisaje era hermoso, sin embargo, las horas pasaban. Luego de dos horas subiendo, y acompañado de una llovizna intensa, se sentía el cansancio. Fue en ese momento cuando comencé a apreciar que estábamos subiendo una montaña completa. En el trayecto muchos vehículos nos dieron ánimo para continuar y al llegar al tramo final, se vienen un par de engañadoras bajadas que hacen creer que se viene el término de la cuesta, pero NO! aún quedan subidas… Así ocurrió durante 3 o 4 ocasiones, hasta que finalmente el clima cambió, el cielo se despejó, y apreciamos el paisaje del otro lado del cerro (o montaña! Jaja).
En total, fueron tres hora, 3 HORAS! sólo en completar el sector de la cuesta Queulat. Luego, una constante bajada, unos nevados maravillosos de fondo, cascadas y un sol radiante fueron la recompensa de cruzar la cuesta. Al final de descender por completo, y dar por cerrado el capítulo de la cuesta Queulat, un maravilloso regalo nos esperaba. El Carrito de Puerto Cisnes, dónde almorzamos. Por mi parte, un deseado churrasco italiano 😂
Pero el día no terminaba allí, aún debíamos llegar a nuestro destino, Villa Amengual 😍
Y uso los corazones porque hasta ahora, ha sido uno de mis lugares favoritos en la carretera austral. (Y eso que mientras subo éste post -que tenía escrito desde hace tiempo pero sin publicar- me encuentro en Puerto Río Tranquilo).
Aún quedaban 30 km por recorrer hasta amengual, y si bien había cansancio luego de la cuesta, el maravilloso paisaje me dió nuevas fuerzas para continuar, a cada minuto el paisaje que había cambiado drásticamente luego del Queulat, nos envuelve mágicamente, vamos maravillados con el río cisnes, que cruza todo ese tramo, hacemos una breve parada en el acueducto piedra el gato, para luego seguir pedaleando. En el camino vemos varios camping disponibles, pero nuestra meta era villa Amengual.
Unos 5km antes de llegar al destino, aún teníamos unas cuantas subidas esperando por nosotros. Ya con menos energía, y luego de casi 10 hrs de viaje, llegamos a Amengual a las 21.30 aún con sol. Un pueblito rodeado de cerros maravillosos, dónde el refugio para ciclistas nos recibió con los brazos abiertos, junto al encantó de don Andrés, un santiaguino que hace 21 años había llegado a la zona, y quién con su hermana Inés, tienen ese maravilloso lugar para descansar.
Aquí fue donde nos quedamos junto a la Naty y Dani durante 2 noches.
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