El día de hoy, toca el tramo más difícil de estos días. 45 kilómetros por recorrer y sin un destino claro. Desde el refugio de Puerto bravo, hay 99 km hasta Villa O’higgins, y entre medio, no hay nada. Por lo tanto, el objetivo es avanzar lo más posible, idealmente, recorrer los 45km que presentan la mayor cantidad de subidas en el sector.
Nos levantamos a eso de las 8.30, desayunamos casi junto a los amigos franceses tempranito, ya que en un par de horas llegarían las primeras personas a esperar la barcaza. Junto con su llegada, a eso de las 10.00 comenzamos nuestra ruta.
Los primeros km no son difíciles, prácticamente desde el kilómetro 20 recién comienzan las subidas. Por lo tanto el avance es con tranquilidad. Probablemente, debido a que vamos llegando a nuestro destino, las ansias y entusiasmo están a tope. Disfruté el paisaje como nunca, pedeleé todas las subidas de la ruta, feliz por estar completando el viaje.
Atravesamos montañas, tal vez de menor tamaño que en otras ocasiones, y debido a eso, se podía apreciar de mejor forma el camino. Observamos nuestro paso entre ellas, y el camino que iba quedando a nuestras espaldas. Así como también, el que desde las alturas veíamos hacia adelante.
A eso de las 13.00 nos detuvimos junto a un río para rellenar nuestras botellas. Al final, nos quedamos allí durante un tiempo para poder comer nuestro snack/almuerzo. ¿Que mejor lugar? Junto a un río, en un día precioso de sol radiante. Una vez terminado nuestro bocadillo, estábamos listos para seguir.
En el camino, hay 3 subidas distintas, en la última de ellas, se notaba que estábamos en la cima. Un camino de roca nos rodeaba, y a lo lejos se observaba el majestuoso vuelo de los cóndores. Era momento de descansar.
Luego de disfrutar el paisaje por un momento, era tiempo de iniciar el último gran descenso de la ruta. Al finalizarlo, me detuve en el puente para esperar al resto. Lamentablemente, la yanela tuvo una caída, la que por suerte no fue de gravedad. De todas formas, ahora era importante encontrar un buen lugar para descansar.
Seguimos la ruta, y en el km 45 el mapa marca un lugar llamado «clean water», que en verdad es una cascada que nos sirvió para refrescarnos. A sólo 500 mts o un poco más, en la aplicación maps.me es posible observar un icono de mesa de camping. Así que fui hasta allí para ver qué encontraba. Y que suerte que tuvimos!!
Una vez recorrido esos 500mts, a mano izquierda hay un portón de madera (imagino que de allí viene el nombre portezuelo), rodeado de árboles. Ante la necesidad de un lugar de refugio, lo atravesé para ver qué había. Por suerte para nosotros una pequeña choza se encontraba en el medio de un claro. Al acercarme, observé que la casita se encontraba llena de rallados y mensajes, y en su puerta, un letrero que daba la «Bienvenida al refugio» 🎉
No lo podía creer, es muy difícil encontrar ese lugar, pero a la vez, era para viajeros como yo, que avanzamos hasta allí buscando un lugar para acampar.
Luego de avisar a los chicos, nos instalamos en el refugio. Diego busco leña para el fuego mientras yo cocinaba. La Yanela estaba curando sus heridas, así que una vez que estuvo lista, disfrutamos la cena.
Muy temprano, cerca de las 19.00 ya estábamos acostados dentro del refugio. Los chicos instalaron colchonetas y sacos sobre las bancas y yo colgué mi hamaca de extremo a extremo. Disfrutando el calor del fuego.
Fue una noche de agradable descanso. Yo pasé algo de frío, pero fue por dormir desabrigado 😅 el resto estaba como nuevo.
Saludos! Y recuerda que si deseas conocer más sobre mi viaje por la carretera Austral, puedes revisar AQUÍ, y encontrar el itinerario con todos los post! o en mis redes sociales, Face o Instagram.
Buen viaje!
1 Comment